Memorias Del Tiempo Discreto: El Prólogo
Conocí a Martín Sotelo a través del blog de Montero Glez. Martín era, entre los habituales, el comentarista más exhaustivo, más leído y más exigente. En algún momento pasamos del blog al email, y del email al messenger. Y del messenger a vernos de vez en cuando por Madrid, caminatas matinales y almuerzos en tascas de vino con gaseosa. Cuando le pedí que hiciera el prólogo no dudo ni un momento. ¡Gracias purista!

Prólogo a Memorias del tiempo discreto, por Martín Sotelo
A Pedro Daniel Carrillo lo conocí gracias a unos diarios. Los tentados por el fracaso de Julio Ramón Ribeyro. Y el caso es que hay mucho de diario personal, colectivo y social en el libro que me propongo prologar.
Es, en efecto, un gran diario. O por mejor decir, muchos diarios en uno. Pues entre sus páginas asistimos al aprendizaje del autor como persona y como escritor; lo acompañamos en sus viajes, en sus estudios, en sus diversos oficios, incluso en la evolución de su pensamiento, siempre forjándose y perfeccionándose; con él nos sentimos amigos de sus amigos y a través de sus ojos contemplamos el mundo como si esos ojos fueran también los nuestros.
Todos somos muchas personas en una. Todos somos poliedros con muchos lados y muchas aristas. Y Pedro Daniel Carrillo es muchos escritores en uno. Incluso se diría que lo provoca, que se complace en no ocultarlo. No hay mayor crítica ni mayor elogio a la literatura. Al haber en uno muchos escritores que escriben el escritor desaparece, se agazapa detrás de una mirada voraz, capaz de asimilar todo lo que esté a su alcance para luego demolerlo y hacerlo nacer nuevamente, en una exhibición propia del mixtificador o del ilusionista. Las metáforas, en su caso, no son formas más o menos atinadas de embellecer un texto, sino un modo –el mejor- de girar la esquiva realidad como si fuera un cubo de Rubik para poder cuadrarla hasta dar con el color exacto donde la realidad se refleja mejor renombrándose.
Y es que al autor parece interesarle todo, como si todo pudiera ser contado si se sabe cómo. Habla de fútbol, de cine, de libros, de canciones, de política, de personas conocidas que le cuentan leyendas, las mismas que él nos cuenta a nosotros; habla de toros, de mujeres y veranos que calientan las neuronas; habla de su ciudad y de muchas otras ciudades que parecen la suya; habla de sí mismo como si fuera otro y de los otros como si fueran él mismo. Por momentos es mitómano y mitológico, universal y local, casero y viajero, cómico y ceñudo, rutinario y soñador, idealista y terrenal, filósofo e historiador, certero y disperso, beligerante e indulgente, acusador y comprensivo, y siempre, siempre, sincero, cualidad primordial de todo gran cuentista.
Pedro Daniel Carrillo pertenece, por ahora, a ese tipo de escritor interesado en la reveladora menudencia –incluso cuando comenta hechos históricos trata de desentrañarlos desde el detalle puntual, como si hiciera suya la afirmación de Mérimée que postula la anécdota como lo más interesante de la historia. No importan los finales ni los principios, como no importa tanto el llegar como el ir, sino esa flor del día de que hablaba Lucrecio, ese instante que se atrapa entre las manos y que sirve para conocer lo que te rodea en un intento de conocerse mejor uno mismo. Interesa esa discreción del tiempo que se vive para recuperarlo después o se recupera para de nuevo vivirlo. Y todo descrito con esa prosa afable, sobria, con que están escritos, por poner dos ejemplos, el Viaje en autobús de Josep Pla, o el Viaje a la Alcarria de Camilo José Cela, y que es la prosa del viajero que camina, lo mismo da en bici que por la facultad o la oficina, con la mente porosa y libre y los ojos bien abiertos. Para Stendhal, otro gran viajero amante de cominerías, escribir era pasar un espejo por el camino. Ese espejo es el realismo, que tras nacer en Roma con el Asno de oro de Apuleyo y el Satiricón atribuido a Petronio, arraiga en la España de la picaresca con el Lazarillo, Cervantes, Quevedo y Vélez de Guevara, para expandirse por el mundo en numerosas traducciones influyendo a autores ingleses como Defoe y Dickens o rusos como Dostoievski y Gogol. Es en este realismo fermentado aquí en España -irónico, crudo, sin ambages ni medias tintas, tan realista que se vuelve alucinatorio o tan opresivo que él solo crea vías de escape como don Quijote con sus fantasías- en el que se inscribe el estilo multiforme, proteico, en formación de Pedro Daniel Carrillo, empeñado siempre en el picoteo de bagatelas, todavía, por suerte, no otoñales como las de Baroja. No es casual, por cierto, la mención del escritor vasco en este prólogo, pues también Daniel, como don Pío, escribe sin seguir un rumbo fijo y seguro, y navega caprichosamente a la buena de Dios, que es la mejor manera de navegar y la única válida para penetrar en el misterio de lo inesperado.
Y eso es lo que persigue, el misterio. Entretanto, como hace el filósofo, intenta ver claro en la realidad, paso previo y obligado antes de adentrarse en la zozobra, el desaliento y la incertidumbre de las sombras verdaderas de la novela.
Pues el prólogo lo tildaría de meteórico y el autor de brutal, brutal me refiero porque nos lleva a la literatura con un abrazo, al pasado con un presente y a la vida con unas palabras deslumbrantes de genialidad.
“Que el verdadero saber es intemporal y puro… La verdadera poesía, según los poetas veteranos, aparece al fondo de todo ruido de métricas y ritmos y palabras resplandecientes…”. Mitomanía 3, P. D. Carrillo.
Creo que todos amamos lo puro, por eso me gustan tanto el juntarme con tan buenos amigos.
Cuando leo algo o a alguien que me seduce, que provoca cambios en mi, hago otro REnacimiento en mi, siempre hago mi propio Prologo de lo que lea.
Lo hago al final, cuando he leido y lo leido ha hecho estimulo en mi.
Hace MUCHO tiempo que en mi mente hice un compendio de la belleza en la sensibilidad de Pedro Daniel.
Y hace MUCHO tiempo que en mi imaginacion imagine, si Pedro Daniel algun dia junta pensamientos y los publica, de todo lo que cargo conmigo, estos pensamientos y su sensibilidad, seria lo que yo usaria como Prologo para su compendio.
Un Prologo que representa y presenta la sensibilidad de Pedro Daniel, para mi, es el que adjunto aqui en DUDAS.
En mi sentir y para mi, singular y unicamente yo, este es el Prologo de su compendio. No minimizo lo demas. Solo es mi prologo con lo que hizo conmocion en mi de un Verano unico en la vida de PedroDaniel. Es mi prologo.
Pero no con mis palabras.
Son las vivencias de la esencia de
Pedro Daniel.
El que muchos conocen visualmente.
June 29
Pajaritos
Trabajé de barrendero. Conducía un camioncillo por una carretera que se internaba en un monte de encinas. Me habían asegurado que por allí en ocasiones se veían jabalíes, corzos y algún águila. Pero yo lo único que vi fue decenas de amaneceres de rotunda belleza. Mientras triunfaba el sol me daba tiempo a llegar al pueblo, bajar del camión el cubo, la pala y el cepillo y comenzar a barrer. Barría papelajos, latas y envases de todo tipo, pero lo más sorprendente fue que sobretodo recogía cosas que habían estado vivas y ya no lo estaban: hojas, hojas, hojas, ramas y muchos más pajarillos muertos de los que podía haberme imaginado.
Precisamente este texto fue el que elegí para la contraportada del libro. No tenía sentido explicar de qué va el libro, no tenía sentido aclarar dónde y cuándo nací. Yo también pienso que en Pajaritos está, de alguna manera, TODO.