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14. Rebeldía maniatada por Daniel Carrillo

octubre 5, 2010 10 comentarios
ÍNDICE DEL LIBRO DUDAS
 
Carta a un profesor de filosofía
 

A mí no me engañas. Ya sé que tu no eres solamente un profesor de secundaria, tu eres un maestro con vocación de socorrista. Tu trabajo no es un empleo, tu trabajo es un intento desesperado de enseñar, de abrir los ojos, de rescatar almas que van al precipicio de la mediocridad para ponerlas en la pista de la excelencia. También sé que en el fondo el plan de estudios te la suda y que tu asignatura es una herramienta, que Platón, Kant y la ética son sólo un medio para intentar que salte una chispita en la cabeza de esos cabrones de dieciséis años que cada día te complican más la vida. Ya no te puedo imaginar en otro sitio ni haciendo otra cosa que no sea recibirles a porta gayola todos los septiembres, torear curso tras curso a las diferentes generaciones que en el fondo son siempre la misma pero siempre con algo diferente, como ese museo de NY que tanto te gusta.

Tenía ganas desde hace tiempo de mandarte esta carta, de explicarte que admiro tu intento de dejar volar toda esa rebeldía que traen los adolescentes, de evitar que encierren su libertad en un espacio demasiado estrecho, de evitar que se limiten, que se mutilen, que se dejen reducir la cabeza por este ambiente jíbaro. Es el tuyo un intento guerrero y noble, como ese bigote que esgrimes y que esgrimía aquel que también fue guerrero y noble.

También sé, porque a mi no me engañas, que el tutor anhela un discípulo brillante. No en vano fue Aristóteles tutor de Alejandro Magno. Por eso quería escribirte, porque sé que este empeño precioso muchas veces te llena de desazón, que necesitas recibir señales desde el otro lado, algo que te diga que todo esto sirve para algo, que las películas y los libros y las fotocopias que preparas no caen del todo en saco roto. Solidaridad entre ciclotímicos, vamos.

En fin, si quería decirte todo esto es porque creo que a lo tonto a lo tonto me cambió la vida ese año, que aquel curso ha repercutido en todo lo demás. Que quizá has salvado a alguno de esos cabrones de dieciséis años, que le has evitado la caída por el precipicio ese que hay al lado del campo de centeno.

...aquel que también fue guerrero y noble
 
…aquel que también fue guerrero y noble…

Este texto fue originalmente publicado en el libro DUDAS (2006).