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35. La prostitución por P. Daniel Carrillo

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No vamos a pagar ni un céntimo por algo que podemos conseguir gratis.
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Dicen los mafiosos de la música que la piratería va a acabar con ella. Y no se sonrojan. ¿Cómo se va a acabar la música? Pienso de inmediato en un tambor rudimentario, en la percusión universal, en la charanga que va a los pueblos en días de fiesta y toca el  himno de España cuando sacan a la Virgen, en los conciertos de Carlinhos Brown, en los festivales de música electrónica en el desierto de Los Monegros. ¿Si me bajo canciones del emule… se va a acabar todo esto? ¿Ya no habrá música acompañando a las procesiones en Semana Santa? ¿Ya no habrá más quinceañeras lloriqueando porque le han dado dos besos a los Beatles del momento? ¿Ya no habrá discotecas? ¿Y qué pasará con las bandas sonoras de las películas?
En el intercambio de archivos a través de programas como emule o kazaa se está fabricando una nueva realidad más libre, un mundo donde la cultura está expandiéndose contra los intereses de la SGAE, que gusta de tenerla  -a la cultura- encerrada dentro de los límites del negocio. El gramófono encerró la música en un disco, y desde entonces no hace falta orquesta, desde entonces podemos emocionarnos en casa nosotros solos. Es un adelanto incontestable. Internet, con su ventolera de libertad, nos ha traído aires de cultura sin límites, de todo para todos. Internet es la biblioteca de Alejandría y alguien la quiere quemar.
La Sociedad General de Autores tiene, a mi juicio, la batalla perdida. Las leyes antipiratería van a fracasar. Legislar es prohibir y la cultura nos hace libres. Internet va muy por delante de todo, muy por delante de la ley, de la burocracia, de la policía. La música no se va a acabar. Los Autores verán potenciada su fama, su música llegará a muchos más sitios y pondrá en común más sentimientos. Ganarán mucho dinero dando conciertos y asociando su imagen a una marca de refrescos. Las compañías discográficas seguirán vendiendo discos disminuyendo su margen de beneficio y haciendo de cada CD un objeto de culto que dé placer tener entre las manos. Las bibliotecas no han acabado con las librerías.
Los mafiosos de la música quieren prostituir a tan bella dama. Pero los piratas hemos venido a liberarla.
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Este texto fue originalmente publicado en el libro DUDAS (2006)

  1. zoeravenclaw
    octubre 7, 2009 a las 11:32 pm

    Primer!!

  2. zoeravenclaw
    octubre 7, 2009 a las 11:59 pm

    ¿De cuándo es el texto? Porque la guerra no sé, pero batallas, la SGAE lleva ganando unas cuantas

  3. octubre 9, 2009 a las 10:59 am

    A mí lo que me parece, que en el fondo todo el mundo busca lo mismo hacerse rico y vivir de las rentas. Me parece que los de la SGAE son unos cara dura que nadie les quiere (menos los cuatro músicos de siempre como Ramoncín, el de Complices, y mira por donde Rober el de Extremoduro), y seguramente que ellos lo que buscan es justficar su trabajo, hacerse notar que existen. ¿Bajarse música de Internet es delito?… ¿es delito bajarse un librito por internet?… ¿copiar una fórmula?… ¿poner una copia en tu habitación de tu cuadro preferido? no sé si nos ponemos así es delito entonces tener un Ipod, tener ordenador y un escuchar música en los bares… hasta que punto es delito o no, ¿dónde está la raya que lo divide? … Quizá sea más delito lo que hacen ellos robando al que pueden, metiéndose en la fiesta de los pueblos, en la bodas privadas, en los bares como espias para reclamar derechos de autor de algo que se ha convertido en un bien de todos.

  4. kiyo
    octubre 11, 2009 a las 12:59 pm

    He expropiado este escrito de la pagina:
    TRES MONOS
    Pagina web de Alberto, quien fue instructor de Matematicas para Pedro Daniel Carrillo.
    Ambos tenemos empleos que nos ocupan con ninnos, adolescentes y adultos.
    No se mucho que experiencias dolorosas habra observado Alberto en su ocupacion.
    Imagino cosas parecidas a lo mio.
    En mi ocupacion al pasar los annos concluyo que EL MAYOR obstculo y las limitaciones en sus hijos, son hechas por el mismo padre y la madre.
    PERO. Alberto lo expresa aqui como yo jamas podria decirlo.
    (Alberto no sabe que lo expropie)
    Las edades del hombre (y de la mujer)
    ¿Por qué y para qué tiene hijos la gente? Hay un montón de motivos que aparecen sin esfuerzo: porque sí, por inercia, porque toca, porque la pareja ya no funciona, por presión ambiental, porque lo pide el cuerpo… Otros, también clásicos, son sin embargo más metafísicos: por asegurarse una parcela de inmortalidad o por perpetuar algo tan estupendo como uno mismo. Lo triste es que tengo la sensación de que estas “razones” valen para la mayoría. Así pasa lo que pasa; luego los tratan como si fuesen fardos, se limitan a satisfacer sus necesidades y deseos más estúpidos y en ningún momento se preocupan de lo fundamental: su educación. La importancia de los primeros años cada vez me mayor: en la primera infancia se van a establecer las líneas básicas de la personalidad: después se matizarán, se concretarán, se perfilará un individuo en función de las mil contingencias de la existencia. Pero el substrato que va a condicionar el cómo se asimilen todas las experiencias posteriores, podríamos decir que el estilo vital, se da ahí, en esa primera fase de aprendizaje. Y, sorprendentemente, parece como si los padres intentasen, por todos los medios, hacer que el número de experiencias de sus hijos y la calidad de estas sea lo más limitado posible, como si intentasen premeditadamente transmitirles su propia mediocridad. Quizá sea un mecanismo de defensa de las viejas generaciones ante las nuevas: quizá la evolución ha permitido que los padres corten las alas de sus hijos para limitar un vuelo demasiado rápido y elevado. A lo peor es simple ignorancia.
    Me he acordado de la sensación de ignorancia que me embargó al finalizar la carrera, de cómo descubrí consternado que no sabía nada de nada. Y de cómo había evitado preguntarme nada durante todos esos años. Es la excusa, la salida fácil, el dejar las cosas para luego, para cuando no esté uno tan ocupado. La educación debería, entre tantas cosas más, luchar por evitar que se eviten las preguntas. Acostumbrar al personal a una constante revisión de la propia vida, a un constante preguntarse por la viabilidad y el sentido de lo que uno está haciendo. No se trata de buscar certezas que no se pueden encontrar, pero sí de evitar vivir según las asunciones de otros. Lo que se ha hecho siempre no es necesariamente lo mejor. Si hay que asumir algo, que sea con toda la conciencia de la que seamos capaces.
    Con el tiempo la gente tiende a fosilizarse, a perder flexibilidad mental, es decir, se “hace mayor”. Asume entonces un papel perfectamente perfilado y lo sigue punto por punto, siendo el caso que parece creérselo –si realmente se lo cree o no es un estado de conciencia que se escapa, de momento, a la observación-. Eso de hacerse mayor puede ocurrir en momentos de la vida completamente distintos en unas persona y en otras: los hay que parece que nacieron viejos mientras que otros alcanzan la “madurez” en plena juventud, pero la mayoría acceden a tal estado en la treintena, lo cual me hace pensar que este fenómeno pueda obedecer a algún tipo de mecanismo fisiológico. Hace tiempo leí que la perdida de la memoria se debe a que, de modo espontáneo, se sustituyen en las neuronas ciertos receptores de gran eficiencia por otros menos eficientes. Me pregunto si no será posible que llegado cierto momento el individuo pierda las capacidades necesarias para cambiar, para alterar sus preconcepciones, sus comportamientos y en general todos los mecanismos que hay detrás de la percepción y la evaluación de la realidad. Es evidente que, una vez superados los primeros años reproductivos, a la evolución le ha importado bastante poco que conservásemos una mente ágil y despierta. Incluso puede que, ahora que lo pienso, la madurez sea en conjunto una enfermedad.
    O, mejor, un síndrome, siendo uno de sus síntomas… tener hijos.
    Publicado por Alberto

  1. octubre 2, 2013 a las 7:14 am

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