El derecho a mirar para otro lado

– por otro lado, esto de las cámaras digitales está dejando ver a las claras la clase de gilipollas que somos, la generación turista a tiempo completo. Ahora mismo si alguien quisiera hundirme tiene todo tipo de imágenes en las que salgo borracho, subido a las estatuas, haciendo el pino, repartidas por 5 ó 6 blogs de mis queridos amigos

– jaja

– esos tan majos que salen con la cámara y se olvidan de pasárselo bien porque están todo el rato: poneros que os hago una foto, a ver fooooto, o directamente con fotos a traición

– qué horror. Yo en Córdoba hice algunas fotos con el móvil, pero contadas, seis o siete, y siempre de cosas que me interesan. Hice una foto a un niño muy gracioso que vi por la calle. Y la del obispado, esa que ha puesto S. en su blog, y luego otra de un río desde donde se arrojó un amigo de ella, y luego de los naranjos, que me gustan a mí, por las calles

– pero eso tiene sentido, no lo vas a ver más si no le haces la foto. Pero es que en nochevieja… he estado vigilando fotologs y spaces de la gente de alcalá y es la misma foto unas cien veces, la misma gente, la misma pose

– ya. A mí no me gusta nada toda esta murga de las cámaras digitales y tal, que todo el mundo las tiene ahora. O el puto móvil, no sabes por dónde ni quién te va a disparar

– jajaja, estás rodeado

– estamos rodeados, sí. Paranoico que soy yo

– y los putos francotiradores apostados en las esquinas

– jaja

– yo, por si acaso, reivindico el derecho a mirar para otro lado, si puede ser que sea más interesante que el objetivo…

– pues sí